El deber mas importante de todos los hijos era el de cuidar a sus padres y el de enterrarlos cuando murieran, según los ritos. Las mujeres desempeñaban un gran labor en los rituales relacionados con la muerte:
Ella se encargaba de lavar, untar con esencias perfumadas y de vestir con ropa blanca el cadaver. luego era vendado y envuelto en un sudario con el rostro al descubierto, luego era colocado en un lecho para que su familia y amigos lo pudieran ver por última vez. Se le coronaba la cabeza con flores y con los pies dirigidos hacia la puerta, durante un dia o dos en la entrada de la casa.
podían entrar a verlo en su casa todos los hombres que quisieran, pero las mujeres tenian restringido el acceso a no ser que fuera muy próxima a él. En algunas épocas se les colocaban monedas en los ojos a los cadaveres para que pudieran pagar a Caronte, que era el barquero en el mundo de los muertos.
Las mujeres sentadas al lado del cadaver, y con el pelo corto en señal de dolor por su muerte, exteriorizaban la pena, entonaban cantos fúnebres
se desgarraban las mejillas, se golpeaban el pecho y se echaban cenizas por los cabellos.
Delante de la puerta de la casa del difunto se colocaba una rama de ciprés y un vaso con agua lustral, traida de un vecino ya que la de la casa esta contaminada por la muerte y con ella pueden purificarse.
Antes del amanecer tenía lugar la procesión para trasladar el cadáver al cementerio, de acuerdo con la leyes de la ciudad este era uno de los pocos momentos en los que la mujer podía salir de casa.
El cadaver era transladado en manos de sus familiares o esclavos, sobre el lecho en el que habia estado expuesto o un carro tirado por animales. La comitiva funebre iba encabezada por una mujer que llevaba un vaso para las libaciones, detras iban los hombres, seguidos por las mujeres de la familia y los teñedores de oboe.
El cementerio siempre estaba situado fuera de las murallas de la ciudad y allí el cuerpo se inhumaba con objetos de valor o se incineraba en una hoguera. Las mujeres también realizaban las libaciones de agua lustral sobre la tumba del muerto, mientras pronunciaba súplicas y frases rituales dirigidas a las divinidades de Hades.
Cuando volvían a casa debían lavarse para purificarse y participaban en una comida en honor del difunto. Al día siguiente la casa era purificada con agua del mar y un hisopo. Tras todo esto se celebraban banquetes al tercer día, al noveno y al trigésimo de los funerales.
